Cuando era pequeña la mañana de mi cumpleaños era uno de los acontecimientos más importantes del año, hasta más que la noche de reyes, y mira que era consciente de que esa mañana recibiría más regalos que por cumplir años, pero me daba igual porque durante todo ese día solo yo era la protagonista. Podía pedir cualquier cosa, todo era posible, todo era mágico, creo que si alguna vez hubiera pedido que un unicornio me llevara en su lomo hasta la luna, ida y vuelta como le decía a mi padre, él lo hubiera conseguido. Me emociono recordando como me escondían mi regalo por cualquier parte del primer piso en el que tuve consciencia de haber vivido. Creo que en realidad siempre lo metían debajo de mi cama, pero yo me despertaba a las siete de la mañana hecha una energúmena, dando gritos por toda la casa, rogando que mis padres se levantaran ¡que el día más feliz del año había empezado y no podían quedarse en la cama! Jamás me recuerdo tan feliz como aquellas veces, luego no se de donde sacamos la tradición de venir a celebrarlo a Madrid, y era la única vez en todo el año que pisaba mi ciudad natal. Lo que más recuerdo que me flipaba era cuando pasábamos el túnel de la sierra, casi siempre ya de noche, y sonaba en el cassette «reloj no marques la horas porque voy a enloquecer…» y yo veía el millón de luces de, lo que a mi me parecía, la ciudad más grande del mundo, y gritaba como loca «¡mira mamá brillantina! ¡es brillantina es magia papaaa!» Ahora cumplo 29 años, y hace mucho que no recuerdo un cumpleaños ni feliz, ni nada, obviamente mis queridos progenitores se han esforzado porque esa ilusión siga inerte en mí, pero no se porque razón los últimos años me han pasado de las peores cosas o a veces más fatal aun, nada. Ni magia, ni sorpresas, poco más que la realidad, y esperar que cuando te levantes por la mañana algo maravilloso sucederá, pero casi nunca pasa nada porque te haces mayor, y ni las hadas existen, y los unicornios fueron exterminados por algún ex novio estúpido o alguna amiga ingrata. Aun así este va a ser el primer año que no tenga a mis papis conmigo, para comprar tarta, poner una vela de estas con música que a mi madre le encanta, y yo la verdad es que pues también ¿para qué voy a mentir? Mañana me levantaré, me pasaré todo el día trabajando, y recibiré las felicitaciones pertinentes vía redes sociales, y por supuesto las que de verdad me hacen ilusión que son esas de la gente que de verdad me quiere, y probablemente esperare muchas otras que prefiero pensar que se perdieron por el camino….
¡Feliz último año de veinteañera para mí! Shit!
(En realidad soy muy Drama Queen seguro que no todo el mundo sigue pasándoselo tan bien como cuando era pequeño el día de su cumple… ¿no? :-S
Saludos amigos invisibles!