Beberte la vida, saborear la fortuna del ser afortunado, desgastar las horas, arrancarle al tiempo su parte más dulce manchándonos los dedos hasta no sentir las yemas,… Y es que no hemos sido elegidos por los días, jefes exigentes de la realidad, como las personas que llenarán el mundo de creatividad? He oído hablar de ninis, de chonis, indies, hipsters, outsiders, gente guapa, modernos (el orden es aleatorio), normales (qué por ahí deben existir) y esa necesidad de encasillamiento para establecer nuestra zona de confort rodeados de la sensación del gustirrinin. En mí caso, puestos a posicionarse, formo parte de LOS AFORTUNADOS.
Preguntadme como me levanto por las mañanas sabiendo que mis padres están bien, mis amigos son felices, mi perro duerme contento a mí lado y que puede que ese sea el mejor día de mí vida, quién sabe… Siempre me invade una sensación, durante los primeros segundos en los que entre las pestañas se cuela un retal de luz, en la que el cerebro está en modo zen, fundido en blanco, en el que todo se piensa claro, aún no he sido corrompida por las necesidades diarias y si me esfuerzo podría hasta escuchar el mar. Y es ahí en esa particula mínima de tiempo en la que me recuerdo “Eres afortunada, todo está bien”.
Luego el día pasa y con la suerte que me acompaña suelo terminarlo con alguien que quiero, sentada en algún sitio bonito (o no qué más da), con una birra en la mano y brindo, siempre brindo, por mí, por vosotros, por que la fortuna siga siendo una amiga y esto es lo Cruzial para mí. Gracias vida.
LUCERAL
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