arte

Aitor Saraiba, el artista libre

Ya hacía tiempo estaba deseando mostraos al artista de hoy que comparte sus inquietudes y, sobre todo, abriendo las puertas de lo que hay detrás de la obra de Aitor Saraiba. Estética infantil con un fuerte significado.

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Aitor tiene muy claro lo que no es, como casi todos. Si le hablas de movimiento outsider lo negará contundentemente, sin hacer feos a ninguna de sus particularidades. Sí se identifica con una inspiración que viene más bien del mundo underground, por el que necesariamente casi todos hemos paseado en nuestros años mozos, esos tiempos en que los arco iris y My Little Pony ya no son tan inspiradores como el Black metal o la estética punk. Nunca nos gustaron tanto unas tachuelas como después de pasar una mañana con este artista. Una de las cosas que queda clara es que en esta ocasión moda y arte van unidos, el estilo de Saraiba es la marca de sus dibujos. Porque no es cuestión de suerte, es una década de duro trabajo que comenzó con un fanzine de una tirada de 8 ejemplares.

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Saraiba sigue siendo igual de, como él dice, tonto y perdido, y así quiere continuar viéndose. Es posible que esa inocencia sea la que haga tan puro el significado de sus dibujos ¡Ah, y sus libros! Porque lo que no es capaz de esbozar lo traduce en biográficos textos que hablan de niños que intentan asumir su homosexualidad; de la religión; la crisis (acompañada por la huida de nuestros más talentosos cerebros); la política… Pero sobre todo de la libertad, su búsqueda es el significado indudable de la obra de Aitor. La sensación de independencia individual está presente en el artista que, dentro de sus posibilidades, ha conseguido su fin, a pesar de lidiar una batalla con el más ferviente enemigo de la libertad: el ego.

 

 

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El arte de los Instagramers

Es probable que Instagram le haya dado un giro al concepto de las instantáneas y ya no hay marcha atrás. Precisamente son los compañeros de profesión los primeros que se echan las manos a la cabeza al grito de: “¡Ahora todos dicen ser fotógrafos por sacar el móvil y darle a un botón!”, y entre velocidades de obturación, aberturas de diafragma, sensibilidades de películas, balances de blancos… e infinitas dificultades más, aparece el oasis en el desierto que facilita la entrega del talento de saber ver y nos lo regala con tanta sencillez que asusta y nos lleva a una cuestión: ¿Es el teléfono móvil una nueva herramienta para el artista? Pero es que, queridos lectores, los tiempos cambian y ya no está sola la expresión “o te mueves o caducas”, nosotros añadimos “el tiempo vuelva, súbete en el avión o quédate en tierra”.

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@joseluisbarcia

Un claro ejemplo de esta revolución que nos toca vivir a los que llevamos años detrás de una cámara es la exposición permanente en el emblemático y céntrico Edificio de Telefónica en Madrid. Instagramers Gallery Madrid tiene mucha chicha, una filosofía, una cooperativa, y una infinidad de ideas para acercar la fotografía artística casual a millones de personas a golpe de click (o de obturador ficticio). Puede que con las prisas de una ciudad en continuo ajetreo se nos haya pasado visitar este lugar y que mejor motivo que disfrutar de la visión de algunos de los más interesantes Instagramers del mundo.

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@katia_mi

Son 234 obras de 27 fotógrafos de 18 países las que descansan en las paredes del la planta baja y la cafetería, en la primera exposición que exhibe fotos realizadas con smartphones en toda Europa y de esas instantáneas 200 son de Madrid. Una reflexión momentánea nos invade al ver tal cantidad de imágenes, cuantísimas formas hay de ver las cosas, parece que siempre depende de los ojos que lo miren y ahí es dónde reside el encanto de lo que ya es considerado como arte social. A los inventores de Instagram se les quedó grande lo de cuatro filtros y comparte tus fotos… ¡La que has liao pollito!

 

 

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Claire Montlivault, el alma pictórica

Personajes melancólicos, solitarios, evocadores… así son los protagonistas de las pinturas de Claire Montlivault y su colección “Esperanza”.  La necesidad, la especial sensibilidad y la fuerza para transmitir los estados de ánimo, propios o ajenos, de los artistas es lo que al fin y al cabo nos ha llevado a tener el privilegio de observar las mayores obras de arte de la historia. Miradas perdidas, sonrisas misteriosas, movimientos hieráticos atrapados en los marcos de museos, todos tienen algo que decirnos y la magia de la pintura es que ese significado es personal. Es cierto que dejar volar a la imaginación es más sencillo si nos plantamos ante una obra abstracta que nos explica con menos claridad el significado específico, pero cuando llenas una sala de gente tan expresiva como los personajes de Claire De Montlivault, hablan por sí solos.

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La colección titulada “Esperanza” se basa en la necesidad de esta artista por analizar la profundidad de cualquier ser humano que se cruce por su camino. Parte psicóloga (no literalmente) parte caricaturista, Claire analiza a modo de boceto las infinitas personas que pueden pasar en unas horas por una parada de metro. Cuántas habrán sido las veces que nos habremos sentado a esperar pasar los interminables minutos y, mientras la multitud nos arropa, hemos imaginado quienes serían o qué historias llevan en su mochila de la vida. Claire ha decidido compartirlo con nosotros por medio de sus pinturas, con agresivas pinceladas que denotan fuertes sensaciones.

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Fuera de la colección “Esperanza”, y dentro de los numerosos cuadros de Claire, podemos encontrar varios tesoros como: “Le couple au canapé” o “La jeune fille aux fleurs carnivores”, entre muchos otros. En ellos siempre se vale de la presencia humana, la manera más sencilla según la artista de transmitir esa esencia vital que ha transformado en personajes, pequeños alter ego que parecen cobrar vida deseando saltar del lienzo gritando “¡tenemos algo que decir!”. La agresiva pincelada que apuntábamos anteriormente  y las deformidades físicas recuerdan al expresionismo de Francis Bacon. Obras melancólicas, nostálgicas y desgarradoras son las que nos ofrece esta artista que hoy “se desnuda” entre las líneas de Bloggermoda.

 

 

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Borja Bonafuente

La sensación de sentirnos observados nos ha invadido a todos en alguna ocasión, y es probable que cuando nos plantemos delante de las obras de este artista, desde las que nos miran ojos que observan entre amenazantes y anhelantes, padezcamos la vulnerabilidad de la desnudez más expuesta. Este desabrigo es una clara figuración de nuestra memoria, la que llevamos en esa mochila que es la vida. Esa memoria, esa historia nos representa, entre los pesares de muchos, y con ella convive una necesidad: la de no olvidar para que jamás se repitan las atrocidades ya sufridas. Hay una única manera de lograrlo: contarlo.

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Borja Bonafuente ha encontrado una hermosa forma de transmitir, de contar: valerse del arte para homenajear a aquellos héroes convertidos en mártires por entrecomillada necesidad. Que la intención es buena, es obvio; que el talento existe, no hay más que verlo; pero desde el punto de vista de esta humilde observadora hay algo más allá, algo más profundo que nos traspasa como un soplo, solo por un momento. Afortunadamente con la obra de Bonafuente siempre puedes redirigir la mirada al frente y seguirá ahí, hierática, saludándote desde las ventanas que el artista les ha regalado.

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Estas obras, que en ocasiones rozan la fotografía, se desvinculan de ella (según palabras del artista) con toques que sacan a sus personajes del papel fotográfico, detalles que viajan desde los ojos de Borja, pasan por sus manos, por el pincel, y llegan al lienzo… y cuando del lienzo llega al espectador lo encandila como un flashazo que inevitablemente necesita analizar y digerir. En esos primeros instantes de choque, en los que inspecciona minuciosamente cada recoveco del espacio pictórico en busca de la respuesta primordial, es probable que llegue a una pregunta común ¿es una foto? En esos segundos de incógnita piensa “si es una foto, no es para tanto” hasta que entiende la verdad que tiene delante y se deja llevar por un magnetismo del que difícilmente podrá escapar.

 

 

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